Tuesday, April 28, 2009

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SABADO 10 de Noviembre de 2007

Burro varado en puerto por ‘documentos’

NUESTROS PAÍSES - 10/09/2007

Jenny Carolina González

Bogotá/Especial EDLP — Judas, el compañero inseparable del norteamericano John Dunham en su travesía por Sur América se ha convertido paradójicamente en la piedra en el zapato para continuarla. Tiene el mismo problema de miles de personas que intentan cruzar fronteras internacionales: no tiene los documentos en regla.
Mostrando su estrés por estar confinado desde hace cinco días en un barco carguero en el puerto de Barranquilla, en la costa norte, Judas no hace más que rebuznar y exigir la presencia de John cada vez que lo abandona para intentar ante las autoridades su ingreso al país.
Judas, un burro de tres años de edad llego con Dunham procedente de Panamá, después de haber recorrido Centro América, para continuar con su amo hasta el Cono Sur en un viaje iniciado hace 18 meses en México.
“No puedo abandonar a mi amigo” le dijo el norteamericano a el Diario/La Prensa en entrevista telefónica, preguntado por la alternativa de continuar sin el animal.
Aunque la sociedad protectora de animales ha intervenido ante el Instituto Colombiano Agropecuario, ICA su director regional Libardo Mejia explico que la autorización de ingreso debería haberla tramitado desde Panamá y ahora es imposible hacerlo.
“Somos un país libre de fiebre aftosa y la misma encefalitis, también puede tener enfermedades que se transmiten a los humanos” afirmo.
Dunhan un bioquímico, de 32 años, del Estado de Oregón, empezó a caminar sin imaginar que llegaría a Latinoamérica, “quería pensar y meditar un poco”, aseguro. Pero una vez en México se enamoro de la cultura y se quedo para aprender el idioma.
En ese país vivió y trabajo durante un año con una familia granjera en la ciudad de Tampico, quienes le regalaron a Judas como colaboración del viaje que quería emprender, ahora para divulgar la fé en Dios. “Estaba muy triste porque tenía que salir de allí, pero feliz que me estaban ayudando a cumplir mi meta”
Al cierre de esta edición la suerte del John y Judas era incierta. En pocas horas el barco que los aloja zarpará hacia Venezuela. “No quiero viajar para ese país porque el mar es muy bravo y es peligroso para el burro se asuste y salte al océano” dijo.
Mientras las autoridades se mantienen en su negativa Jhon trata de permanecer la mayor parte del tiempo junto a Judas. “El empieza a llorar y a gritar cuando no me ve, sólo come cuando estoy cerca, pero si estamos separados se pone muy nervioso”,agregó.

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SABADO 10 de Noviembre de 2007

Burro sin fronteras


NUESTROS PAÍSES - 10/14/2007
Jenny Carolina González

Continúa la zaga de "Judas" el asno mexicano que acompaña a John en su recorrido por Latinoamérica.
Bogotá/EDLP — Ni la intermediación del cónsul panameño ni sus rebuznos, a manera de súplica, lograron que las autoridades le permitieran a Judas pisar tierra firme en Colombia.
Tan solo pudo observar la pradera desde el Mateo I, un barco carguero de bandera panameña que lo trajo desde ese país al puerto de Barranquilla, en la costa norte, y en donde duró confinado durante nueve días.
Judas, un burro mexicano, se convirtió en el compañero de John Dunham, un joven norteamericano, cuando sus amigos aztecas se lo regalaron para aliviar la carga en su travesía por Sur América, iniciada hace 18 meses.
Aunque tenía en regla los documentos fitosanitarios y estaba bien salud no permitieron su ingreso porque no cumplió el requisito de solicitar la entrada desde Panamá, pese a que el cónsul de ese país sostuvo varias reuniones con los inspectores ambientales para interceder a favor del animal.
Sin más remedio que continuar hacia Venezuela, destino del carguero, Judas y John partieron en la mañana de ayer con la ilusión de poder cruzar a Colombia desde esa frontera, para seguir su travesía al Cono Sur.
“No tengo opción, no puedo bajar al burro y no quiero abandonar a mi amigo, entonces tengo que seguir a Venezuela” le dijo el norteamericano a EL DIARIO/LA PRENSA.
Eduardo Ylaly cónsul venezolano en Barranquilla explicó que si el animal está sano y lleva al respecto un certificado del Instituto Colombiano Agropecuario y el aval del Estado mexicano con el que salió, no va a tener ningún problema para ingresar a su país. Uno de los temores de John en su viaje de dos semanas hacia Venezuela era las fuertes olas y que los nervios del animal lo hicieran saltar, por eso tomó medidas. “Yo he estado trabajando con Judas y le enseñé a acostarse y por eso si el mar está muy bravo voy a acostar al burro y lo voy a amarrar a la pared para que no se mueva y no se caiga”, explicó. Pero esa no era su única preocupación. “En este momento estoy emocionado de ir, antes no tenía ganas porque yo pensaba que con Hugo Chávez hay mucho problema y es muy peligroso, pero la gente de aquí me dijo que sólo hay delincuencia en Caracas. Además Chávez tiene problemas con Bush no con el pueblo”.
Con la ilusión de encontrar un nuevo aire y poder estirar como es debido sus patas en tierras bolivarianas, Judas partió del puerto de Barranquilla.
“Está un poco aburrido porque no puede caminar ni correr, en el barco no hay mucho espacio para hacer ejercicio, por eso no esta muy feliz”, explicó su dueño.

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Barranquilla, Sábado 06 de Octubre 2007


‘Judas’ no pudo pasear por calles de Curramba

John Dunham, un bioquímico y evangelizador, nacido hace 32 años en un pequeño pueblo de Oregon, Estados Unidos, no pudo bajar del barco ‘Mateo I’, que lo trajo ayer desde Panamá. Tampoco pudo pasearse en su burro ‘Judas’ por las calles de los barrios pobres de Barranquilla, como era su propósito. ‘Judas’ no obtuvo permiso por no tener la licencia fitosanitaria.Foto Carlos CapellaEl bioquímico norteamericano John Dunham asegura que ‘Judas’ no es un burro cualquiera. Por eso lo quiere y lo mima hasta el extremo de besarlo cada vez que lo ve afligido.



El burro, procedente de México y Panamá, no tiene licencia fitosanitaria
‘Judas’ no pudo pasear por Barranquilla
No por traidor, sino por indocumentado, se quedó con la ganas de deambular por las calles y seguir rumbo a Ecuador y Perú. “No lo abandonaré por nada del mundo”, afirma su dueño, John Dunham.

Foto Carlos CapellaCuando ‘Judas’ se va a la popa para estirar los huesos, su dueño lo llama para aliviarle un poco sus congojas.

Por R. SARMIENTO COLEY

‘Judas’ no es un burro cualquier. Nació y creció en una hermosa y bien cuidada hacienda de Tampico, Mexico, y hace un año sus propietarios, viendo que el misionero norteamericano John Dunham deambulaba por esos pueblos de Dios con un pesado morral al hombro y la Biblia bajo el brazo en plan de recorrer varios países de Centroamérica y el Caribe y Suramérica, se lo regalaron con la condición de que lo llevara siempre consigo.Cuando se lo entregaron, ya estaba bautizado en homenaje a San Judas Tadeo, el patrono del pueblo, no por el personaje bíblico estigmatizado por la historia como el hombre que entregó a Jesús para que fuera crucificado.John, un sencillo y discreto bioquímico nacido hace 32 años en una pequeña población de Oregon, Estados Unidos, era maestro de escuela en su pueblo natal. Inconforme por vivir en un medio demasiado materialista, con la angustia eterna de conseguir los dólares para satisfacer la gula de la actual sociedad de consumo: el portátil, el carro último modelo, el ‘Chanel número 5’, el celular, el más reciente disco de Madonna o de Shakira para escuchar en el i Pod, comprendió que ese no era su mundo. Que le faltaba algo.Fue entonces cuando decidió marchar por los caminos de la espiritualidad. Abrazó la Biblia y se convenció de que su destino era recorrer el mundo latino pobre predicando la palabra de Dios.

SE EMBARCÓ EN PANAMA

Así emprendió su camino, con sus pocas pertenencias en un maletín en la espalda. Así llegó a las primeras poblaciones mejicanas, en donde le regalaron el burro. Emprendió la ruta por Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica y llegó a Panamá. Pretendía seguir por tierra a Colombia, atravesando el Darién, para luego enrumbar a Ecuador, Perú, Chile y Argentina como punto final para retornar a su país.En Panamá lo alertaron. No podía seguir por tierra a Colombia, pues la ruta es muy peligrosa, peor aún, tratándose de un predicador de origen norteamericano. Le aconsejaron que tomara un barco para que, desde Barranquilla, siguiera por tierra hacia el sur, para salir a Ecuador por el puente de Rumichaca, en Nariño.Y en efecto, se embarcó en el Canal en el carguero ‘Mateo I’, de propiedad del armador barranquillero Juan Pastrana, un cristiano que se dedica al transporte de carga, entre Colombia, Panamá y Venezuela.Su muelle de atraque es ‘Michellmar’, de propiedad de la familia García Riascos, en el sector de Siape, en cercanías de ‘Las Flores’.Allí llegó John Dunham el jueves con su inocente ‘Judas’, con la intención de desembarcar, recorrer algunos barrios pobres de la ciudad y seguir su rumbo.Fue entonces cuando ‘torció la puerca el rabo’.“Como lo ordenan las normas, reportamos a las autoridades sanitarias (a la seccional del Instituto Colombiano Agropecuario, ICA), de la presencia del burro en el barco, y de inmediato enviaron a sus representantes a revisar la documentación”, según el gerente de dicho muelle, Michell García Riascos.Revisados los papeles de ‘Judas’, la conclusión del ICA es que, según la Ley y los convenios internacionales, se trataba de un asno ‘indocumentado’. Por lo tanto, no podía desembarcar en Barranquilla, hasta tanto no le enviaran desde Panamá, su puerto de embarque, una licencia fitosanitaria.Ahí empezó el vía crucis de ‘Judas’. Enteradas las autoridades panameñas de dichas dificultades del burro, llamaron a sus similares colombianas solicitando que le prestaran la mayor colaboración a John. El propio presidente de Panamá, Martín Torrijos Espino llamó a Bogotá para gestionar ayuda para ‘Judas’. Gestión que, hasta ahora, no ha dado resultado positivo alguno.‘Judas’, que por fortuna no tiene las angustias del apareamiento porque fue castrado antes de ser entregado a su actual dueño, se nota triste. No es para menos. Ya le hace falta estirar los huesos y recorrer las praderas y comer la hierba fresca arrancada de la tierra con sus propios dientes. Sólo puede caminar los cinco metros que lo separan de su sitio de reclusión —una esquina del ‘Mateo I’ en donde le han acondicionado una pequeña carpa, un hueco para el desagüe de sus orines, un depósito de agua y una pequeña pesebrera— hasta la popa. Allí permanece largo rato, mirando el horizonte sombrío, afligido por su confinamiento inaudito, entonces John lo llama para consolarlo, y ‘Judas’ va hasta donde está su dueño que lo besa y lo acaricia tiernamente.Está muy agradecido con las autoridades panameñas, con el dueño de ‘Mateo I’ y con los propietarios de ‘Michellmar’. Todos le dan voces de aliento. Es más, no le cobraron pasaje. Ni a él, ni a su jumento. Incluso, la gente del barrio le lleva maíz, panela y hierba para que ‘Judas’ no pase hambre. Ya lo conocen en Siape como ‘el gringo del burrito’. Con el mamagallismo propio del barranquillero le gritan desde la garita del muro de encerramiento del muelle privado: “no se preocupe, viejo John, que por aquí queremos mucho a los burros. Tanto a los de dos, como a los de cuatro patas”.“No lo abandonaré por nada del mundo. Lo salvaré de esta encrucijada y seguiremos juntos. Porque juntos hemos de cumplir la misión que nos ha encomendado el Señor”, sostiene John, quien aclara que no es cierto, como ya circula en el barrio, que hubiera planeado desembarcar en su burro y andar entre la muchedumbre, como lo hizo Jesús hace más de dos mil años, al llegar a Jerusalen.John entiende la posición de las autoridades sanitarias colombianas. Admite que es parte de la regla del juego mundial. Sabe que su país es uno de los que más exige que se cumplan esos convenios del comercio mundial y del tráfico de semovientes por los puertos internacionales. Pero lamenta que esas normas sean tan severas e inclementes, sobre todo con un pobre animal como ‘Judas’ que está a punto de morir de tristeza en su barco-cárcel.

LAS NORMAS

El gerente seccional del ICA, Libardo Mejía, recordó ayer que “Colombia, como país miembro, cumple con las medidas sanitarias y fitosanitarias de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Igualmente cumple con la decisión de la Comunidad Andina de Naciones (CAN), dentro del marco andino de adopción de medidas sanitarias y fitosanitarias”.Agrega que, en materia de sanidad agropecuaria, el acuerdo de Cartagena establece la adopción de normas comunes que permitan mejorar los niveles sanitarios y fitosanitarios, faciliten el comercio y contribuyan a alcanzar el objetivo del mercado.En el caso de ‘Judas’, “se incumplió la Resolución ICA 001317 (‘Por La cual se dictan disposiciones para la importación y exportación de productos vegetales, animales, sus productos y subproductos’), específicamente lo que señalan los artículos primero, segundo, tercero y cuarto”.